La fuente preside una glorieta en una de las vías urbanas de mayor densidad de tráfico rodado, de lo que se deduce que la incidencia de la contaminación, es decir, los efecto de la combustión de fuel-oil y sus efectos contaminantes, como la presencia de diferentes partículas de metal, generación de lluvia ácida y principalmente de dióxido de carbono, son factores que agravan la degradación natural de este tipo de piedra induciendo alteraciones artificiales. Es de destacar la existencia de zonas cubiertas de “costra negra”, sulfato de yeso cristalizado en superficie oscurecido por su combinación con partículas de contaminación medioambiental. Sin embargo, la patología más llamativa es la formación de “biofilm” en gran parte de su superficie.
Se entiende por “biofilm” o “biopelícula” un ecosistema microbiano organizado, conformado por uno o varios microorganismos asociados a una superficie viva o inerte, con características funcionales y estructuras complejas. Este tipo de conformación microbiana ocurre cuando las células planctónicas se adhieren a una superficie o sustrato, formando una comunidad, que se caracteriza por la excreción de una matriz extracelular adhesiva protectora. Desconocemos la caracterización biológica de los componentes de estas colonias, lo cierto es que se reproducen con rapidez después de las limpiezas periódicas a las que se somete la totalidad de la superficie de la fuente, lo que indica que los tratamientos que se le aplican no son suficientemente efectivos y ello en gran parte debido a la elevada porosidad de la piedra, lo que favorece la pervivencia de unos patógenos residuales que se reproducen con relativa celeridad en cuanto se crean las condiciones adecuadas.
Por otra parte, estas limpiezas periódicas se realizan con agua a elevada presión, lo que, además de producir un desgaste por abrasión de la superficie labrada (es una de las características de este tipo de roca el perder resistencia mecánica al humedecerse), favorece el emplazamiento de las células planctónicas al interior de los poros desde los que se vuelven a asociar y reproducir.
Otros indicadores de que la piedra de la que está compuesta la fuente ha entrado en un proceso de degradación progresiva es la existencia de zonas en la que la superficie se presenta descohesionada y desprendida del núcleo más resistente en forma de láminas o descamaciones, además de la existencia de fisuras o fracturas que no necesariamente son inducidas por efectos externos sino que pueden corresponder a diaclasas o discontinuidades naturales de la propia roca, lo cierto es que una piedra de estas características, por su porosidad, resistencia mecánica y presencia de diaclasas, no es el material idóneo para la realización de una fuente ornamental y se entiende que fueron las circunstancias económicas (bajo coste de comercialización y facilidad de su labra) y sociales (conclusión de los trabajos de ornamentación relacionados con la Exposición Iberoamericana de 1929) los que propiciaron su utilización.